"Hace algún tiempo, antes de que Rubalcaba fuese derribado de su caballo por la poderosa voz de Carlos Marx y se convirtiese, por arte de birlibirloque, (como si de un moderno San Pablo se tratase) en un señor de izquierdas con barba, y antes, mucho antes, de que Rajoy se dedicara a vegetar en un lugar indeterminado entre Santiago de Compostela y Madrid, con la inequívoca intención de verlas venir, la gente de izquierdas, nosotros, los de IU, ya sabíamos que no se podía confiar en ellos. Por eso nunca nos engañaron.
Alfredo es como Mortadelo, tiene un disfraz para cada ocasión. Lo mismo que se viste de azul por la mañana, se viste de rojo por la tarde. Mariano es Agamenón, capaz de permanecer a la sombra de un alcornoque mientras el mundo se hunde y ser únicamente capaz de emitir una sentencia boba.
Alfredo fue seguidor incondicional de un señor de Sevilla que hace poco se arrepentía de no haber volado, cuando era Presidente de un Gobierno democrático, el cuartel general de ETA. Lo intentó de otra manera, recuerdan, y Alfredo puso la voz y la cara para desmentirlo. Después siguió, con dedicación exclusiva, a un señor de León, que llevó a cabo el ataque más inmisericorde a los derechos sociales que un socialista había llegado a realizar en nuestro país. Alfredo se incineró con él, obtuvo el diploma de sucesor, negó a su mentor tres veces, o más, se arrepintió públicamente de lo hecho, y ahora está preparado para que se las den todas en el mismo carrillo.
Mariano piensa, como un nefasto señor de bigote y su organización “paraintelectual”, que una catástrofe ecológica no son más que “unos hilillos como de plastilina que se solidificarán al instante”, que nadie debe decidir el número de copas que se pueden llevar en el cuerpo antes de conducir un vehículo, que no se deben remover las cunetas ni condenar un régimen donde se vivió tan plácidamente, y que gracias a una guerra ilegal el país progresa adecuadamente en el circo mundial, el señor del bigote hace lo propio en el mundo tardofascista y espléndidamente remunerado de Murdoch, y la ofrenda floral del doce de Octubre adquiere una carga emocional difícil de superar.
En definitiva, que ya sabemos como son, y que no podemos darles otra oportunidad. Hagamos, como dice Raúl García, que el 20-N sea nuevamente un día festivo. No renunciemos a un futuro justo, solidario, progresista, digno, en libertad. No dejemos morir a nuestros derechos, no dejemos morir a los derechos de nuestros hijos, no los dejemos morir, que nos han costado muchos esfuerzos y mucha gente.
Y si usted, estimado lector, piensa como nosotros pero el tallo espinoso de una rosa estrangula el puño de su mano derecha, le recomendamos encarecidamente que comience a manejar la izquierda, que ya va siendo hora.
Y si usted, lector, ni estimado ni leches, ha comenzado a pensar en dejarse un fino bigote sobre la comisura de los labios y votar el 20-N después de pedir consejo a su confesor, le recomendamos, encarecidamente también, que le den por el valle de los caídos……."
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