Me comentaba ayer una compañera, y buena amiga,
que estas demostraciones públicas de “discrepancias” dentro de IU afectaban profundamente
a nuestra organización y la desacreditaban ante la opinión pública y sus
votantes. Que algunos debíamos ser más prudentes y que, de mostrar nuestra
disconformidad, debía hacerse siempre sin luz y sin taquígrafos. No puedo estar
más en desacuerdo. Los dirigentes de IU utilizan el voto favorable al pacto de
gobierno con el PSOE tras la pasadas elecciones autonómicas como un cheque en
blanco que les permite tomar decisiones para las que no están mandatados por
las bases, porque, como ya se dijo en su momento, la actual política de la Junta no estaba reflejada en
el acuerdo que se sometió a “debate” y después a votación. Votaron que sí a
otro pacto, no a este. No se puede jugar a un juego y modificar las normas
mientras se juega, según nos convenga. Y eso es lo que hace la Ejecutiva Regional
con Valderas a al cabeza. Ordena, ante las críticas internas, que los diputados
hagan lo que él dice, que lo pactado no vale, que las cosas han cambiado, sin que
parezca que su intención no sea otra más que mantenerse a toda costa en el
gobierno. Y diez de nuestros doce parlamentarios le obedecen ciegamente, sin
reflexión, porque la reflexión les llevaría directamente a la insumisión. Por
eso contesté que el verdadero descrédito para una organización como IU radicaba
en la actitud de los dirigentes, que no respetan un programa electoral, que no
respetan unos valores y una ideología, que no respetan a sus votantes y a sus
simpatizantes. De la pérdida de votos y de la pérdida de posibilidades de ser
una fuerza en el futuro no se nos podrá culpar, nunca, a los militantes de base.
Son las actitudes impropias de una organización de izquierdas las que
desacreditan a la organización. Ha llegado el momento de hacer cambios. Ha
llegado el momento de expulsar a los que se les vuelven los ojos cuando tocan
cuero……
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